El olfato y el gusto pueden perderse parcial o totalmente como consecuencia de múltiples factores:
La edad es uno de ellos. En particular, la pérdida del sentido del olfato es muy frecuente en las personas ancianas.
Las lesiones neurológicas (en los nervios o el cerebro) son las principales causas de pérdida de olfato y gusto. Pueden ser congénitas o consecuencia de algún traumatismo (un golpe) en la cabeza. No suelen ser reversibles.
Cualquier tipo de infección o inflamación del tracto respiratorio superior (resfriados, alergias, rinitis, sinusitis, etc.) o de la boca (inflamaciones de la lengua, gingivitis, herpes, etc.) suele afectar a la capacidad de oler y saborear, pero normalmente de forma reversible.
La presencia de pólipos nasales.
Trastornos hormonales.
Problemas dentales o la presencia de prótesis dentales.
Exposición prolongada a ciertos productos químicos como insecticidas.
Ciertos medicamentos como antibióticos y antihipertensivos.
La radioterapia en los pacientes con cáncer en la cabeza o el cuello.
También ciertas enfermedades del sistema nervioso central, como la enfermedad de Parkinson y la enfermedad de Alzheimer.
Los pacientes laringectomizados ¿(a los que se extirpado la laringe), comúnmente se quejan de pérdida del olfato y el gusto.
El humo del tabaco deteriora considerablemente la capacidad de identificar olores y disminuye el sentido del gusto.
Para preservar en perfectas condiciones nuestros sentidos del gusto y del olfato debemos seguir ciertos consejos sencillos:
Intentar evitar las infecciones que los
alteran.
No exponernos a sustancias químicas
irritantes o usar protecciones adecuadas cuando tengamos que manejarlas.
No abusar de las comidas muy condimentadas,
en particular de las picantes.
No fumar ni beber alcohol.
Mantener una adecuada higiene bucal:
dientes, encías y lengua.